Herencia de culturas prehispánicas como la teotihuacana o la mexica, a lo largo de la historia de México el chile ha sido el ingrediente principal de nuestra cocina tradicional.
Encontramos este peculiar símbolo de identidad cultural en la mayoría de los platillos típicos que hoy disfrutamos: moles, chiles en nogada, pozole, cochinita pibil, entre muchas otras exquisitas recetas.
Según estudios realizados por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), hay registros del uso de este producto en diversos códices, entre ellos el Mendocino y el Florentino, en los que se ilustra cómo se castigaba a los niños haciendo que aspiraran el humo de los chiles arrojados en fogatas.
Destacamos así la relevancia que ha tenido el chile entre nuestras raíces desde hace miles de años. Con la llegada de los españoles, la variedad de especies de chiles fue dando el tono y sabor exacto a los diferentes ingredientes que se adoptaron tras el choque cultural.
Ante dicho mestizaje gastronómico, hoy en día, el picor, color y sabor que le agrega este delicioso elemento a nuestras comidas es inigualable. Ya sea seco o natural, en una salsa o para el mole, como ingrediente principal o como condimento, las posibilidades al cocinar con chile son casi infinitas.
Sin importar que seas mexicano o extranjero, disfrutarlo de cualquier manera es siempre una sorpresa, ya que es difícil saber qué tan picoso será hasta que das la primera mordida. Siendo precisamente la experiencia que produce el picor del chile lo que caracteriza a este ingrediente milenario, además del toque único que le da a la alta gastronomía a nivel mundial o a la cocina tradicional, esa que disfrutamos en casa.